sábado, 1 de diciembre de 2012
Caníbales
Urania Margarita Guerrero Jiménez
Persigo tu nombre con la tarde endulzada
Y el preámbulo de las mariposas sobre mi cuello
Los minutos menguan junto al primer bocado de nuestra intimidad
Las ramas de nuestro cuerpo es fruto venerado por los dioses
Es templo de madrigales en bola de fuego
Devorados por sus canticos trepadores
Junto a nuestras almas fosfóricas
Levitamos, el compás hace su ronda
Tu mirada me toma en el vaivén y yo te poseo como mi joya
Hay un tornado de caricia que me llaman a Jerusalén
Por la cerradura se ha hilvanado la oración de los cometas
Hay un espejo que habla de nuestras huellas dactilares
Una lluvia que desfila desde el cielo hasta Venus
Hay un poema silencioso desde la orquídea que mira en la ventana
Desde el tapiz que se vuelve sombra de este bravío oleaje centellante
Desde que estas bocas se llamaron dementes lenguas alucinógenas
Nos volvieron iceberg devorando gotas de lluvia de un flamante cielo
Esta devoción en círculo merodeando un nuevo mundo, volver del cubo, espejismos de diamantes nos consumen, cada partícula olfativa es océano, dulzor sublime, salado los confines, hay tesoros en las cuevas, al paladar le han crecido nuevos brazos, otros besos se ciñen
Juntos sobre la mesa nuestro aroma nos engulle, prisioneros de esta selva y de estos sabores primitivos, hay tribus que escapan de nuestros pechos, caníbales en espera de su alimento
Mordisquear tu voz de salvia, ser tu ave del paraíso
Sobre tu lienzo infinito, la precipitación se hace presente
El menú es exquisito
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